Hace unos días, la noticia de que Justin Sun, empresario de criptomonedas, compró la obra Comedian de Maurizio Cattelan —un simple plátano adherido a una pared con cinta adhesiva— por 6,2 millones de dólares, dejó una vez más al mundo boquiabierto. Este gesto, como tantas otras transacciones en el arte contemporáneo, nos invita a reflexionar sobre las reglas en el mundo del arte. ¿Dónde están los límites de lo que entendemos como “bellas artes”? ¿Todo vale?
Este evento me ha llevado a contarte sobre una serie que llevo viendo desde hace unos meses: Bellas Artes. Precisamente son estas preguntas las planteadas en esta mordaz comedia creada por los hermanos Gastón y Andrés Duprat, junto a Mariano Cohn, que se puede disfrutar en Movistar Plus+. La serie, protagonizada por Óscar Martínez como el director de un museo ficticio, expone las contradicciones, las luchas internas y las absurdidades del mundo del arte contemporáneo con una ironía que no deja a nadie indiferente.
El mensaje de Bellas Artes: cuando el arte se convierte en crítica de sí mismo
La serie aborda temas actuales de manera brillante. Uno de los episodios más polémicos critica la intervención de grupos ecologistas que usan obras icónicas para llamar la atención sobre sus causas. En la ficción, hay una clara alusión al reciente ataque contra Los girasoles de Van Gogh, cuando activistas arrojaron salsa de tomate a la pintura como protesta contra la crisis climática. Este hecho real se transforma en una sátira sobre cómo el activismo, aunque necesario, puede perder legitimidad al atacar símbolos culturales que trascienden su época y sus contextos originales.
Otro momento notable de la serie es su reflexión sobre la representación de género en el arte. El director del museo es presionado para organizar una exposición exclusivamente dedicada a una mujer artista. Lo que comienza como una búsqueda por cumplir con la corrección política acaba revelándose un escándalo: la elegida resulta ser un hombre que, frustrado por el rechazo de sus obras bajo su verdadera identidad, decide exponerlas bajo un alias femenino. Esta crítica plantea preguntas difíciles: ¿hasta qué punto las exigencias sociales están condicionando la autenticidad y el juicio en el arte?
El arte como espejo de lo absurdo
Lo que Bellas Artes logra es precisamente lo que las grandes obras de arte deben hacer: provocar una respuesta emocional y un cuestionamiento profundo. En un mundo donde una beluga muerta puede ser el centro de una exposición y donde las instituciones se ven obligadas a adoptar posturas que a menudo rozan lo absurdo, la serie nos invita a preguntarnos si hemos perdido de vista lo que hace que el arte sea arte.
Damien Hirst “The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living” (1991).
Es cierto que, en el caso de Maurizio Cattelan, autor de Comedian, su intención era mostrar la capacidad del mercado del arte para elevar lo ordinario a lo extraordinario (lo que no quita que esa “critica” se haya considerado como obra de arte mundialmente conocida, y que para mí no sea más que un mero “meme”). De manera similar, Bellas Artes hace una crítica directa a estas mismas dinámicas, exponiendo las tensiones entre lo que el arte puede significar y cómo es percibido.
Miguel Angel Buonarroti, “La creación de Adán” (1510).
Ojo, porque en su momento, Miguel Angel fue muy criticado en el momento en el que pintó la Capilla Sixtina por considerar un escándalo haber representado figuras desnudas. De hecho, en un principio, se solicitó taparlas pero el Papa Sixto IV se opuso en rotundo.
Pero que me comparen el valor artístico de ambas obras, yo sé con cual me quedo.
¿En el arte todo vale?
La serie no responde directamente a esta pregunta, pero nos da las herramientas para reflexionar. Nos recuerda que el arte siempre ha sido subjetivo y que, a menudo, lo que genera mayor controversia también puede ser lo más valioso. No obstante, también nos advierte sobre los riesgos de perder de vista la calidad, la intención y el contexto por priorizar modas, ideologías políticas o precios de subasta.
Manifestantes de Just Stop Oil arrojaron sopa de tomate enlatada al famoso cuadro "Girasoles" de Vincent van Gogh en la National Gallery de Londres.
En definitiva, se nos invita a mirar con lupa las dinámicas culturales y económicas que rodean al mundo artístico actual. ¿Es el arte una manifestación libre de creatividad o está cada vez más condicionado por presiones externas? Solo el tiempo y nuestra disposición a cuestionar determinarán la respuesta.
De igual manera, en la serie Bellas Artes, un movimiento ecologista atenta contra una de las obras del museo.
Sin duda, si te interesa el arte contemporáneo y disfrutas de series que mezclan humor inteligente con crítica social, Bellas Artes me parece una serie divertida, amena y en definitiva imprescindible.
Conclusión y breve reflexión
El mundo del arte contemporáneo ha roto, para bien o para mal, muchas de las reglas que durante siglos definieron qué consideramos arte. Lo bello, en su sentido clásico, parece haberse relegado a un segundo plano, dejando espacio a lo conceptual, lo provocador y, en ocasiones, a lo absurdo. ¿Es el mensaje más importante que la técnica? ¿El arte necesita ser bello para ser significativo?
Si bien la evolución en el arte es necesaria y abre caminos para nuevas formas de expresión, no todo puede ni debe valer. Como amantes del arte, deberíamos exigir a los artistas, galeristas, casas de subastas etc. que no solo nos provoquen, sino que también nos inviten a reflexionar desde la calidad y la profundidad. El arte puede ser conceptual y bello al mismo tiempo, como lo demuestran artistas como Sorolla, cuyas pinceladas no solo deleitan la vista sino que también cuentan historias.
Jean-Honoré Fragonard, “El columpio”, 1767
Al final, el arte debe enriquecer, no solo confundir. Es legítimo cuestionar qué lleva a alguien a gastar millones en un plátano efímero, mientras se puede disfrutar de un Sorolla, un Klimt o un Miró en la pared de casa, obras que, además de emocionar, conectan con nuestra humanidad.
Porque, si dejamos de exigir lo mejor del arte, ¿qué nos queda sino el vacío de lo pasajero?
He hablado más de una vez sobre mis raíces gaditanas, que en más de una ocasión me han llevado a recomendaros artistas andaluces. Sin embargo, no he recomendado nunca un artista de Jerez de la Frontera, donde nací.
Pues bien, llevo ya años conociendo a Cristóbal Donaire (Balcris), y esperando la ocasión para hablaros de él. Creo que esta entrada es perfecta para comentar sobre artistas actuales que, sin miedo al color y a lo abtracto, hacen algo potente y bonito.
Torero Óleo 66x50 lienzo
“Desde muy joven empecé a tener inquietudes artísticas que me hicieron crear, aun sin yo saberlo, un estilo propio que me sirvió más tarde para sacar todo lo que tenía dentro. Con técnicas vanguardistas y atrevidas, pero con una fuerte influencia por la tradición que todavía hoy recorre mi día a día y que, por tanto, sigue en mí.
Estas inquietudes también me han llevado a experimentar con distintas formas de expresión y medios. Como artista plástico que soy me encantan los cuadros, pero no me he quedado ahí. Entre mis obras puedes encontrar cerámicas o pieles que trato como si de lienzos se trataran. Al final, se trata de crear piezas únicas que lleven mi sello personal”.
Caballo pequeño. Cerámica. 18x18x8
1. Entre 1.000€ y 3.000€: Paula Bueso (@pauloboide)
Artista americana criada en España. Actualmente vive en California, donde ha establecido su práctica. Desea llegar a los espectadores y afectar a la percepción de su trabajo, haciéndoles partícipes de la obra de arte al permitirles verse afectados por sus movimientos y ser conscientes de cómo sus propias emociones influyen en su interpretación de cada obra de arte.
Fusionando tecnología y bellas artes, diseña digitalmente composiciones en 2D basadas en interacciones y equilibrios geométricos.
Paula Bueso “Horizons-Corten”. Lentes ópticas sobre aluminio (115 x 48).
Tras cursar un máster en Arquitectura en Europa y ejercer esa profesión a escala internacional, su obra gravita en torno a la idea de la geometría, la forma y las sombras; evolucionando a lo largo de la posición y la percepción del observador. Las paletas de colores brillantes y saturados a las que recurre instintivamente, están fuertemente influenciadas por el movimiento de arte cinético venezolano que le fue conferido por sus mayores en su primera infancia.
La casa de subastas Setdart nos trae este magnifico ejemplar de Frans Vervloet.
Vedrolet fue un pintor y grabador belga. En 1809 comenzó a estudiar en la Akademie voor Schone Kunsten de Malinas, donde también recibió clases de su hermano J. J. Vervloet (1790-1869), pintor de género y retratista. Durante este primer periodo, realizó tanto obras de género como copias de maestros antiguos (entre ellos Peter Paul Rubens), aunque se concentró sobre todo en la pintura arquitectónica, como por ejemplo la "Instalación del arzobispo François Antoine de Méan en Malinas·. Tras el gran éxito de este cuadro, a partir de 1817 se dedicó a la pintura de interiores de iglesias.
FRANS VERVLOET "Plaza de San Marcos al atardecer, Venecia", ca.1840. Óleo sobre cartón duro (32 x 46 cm.; 44,5 x 57 cm. (marco)).
Las luces tornasoladas del atardecer rielan sobre la plaza de San Marco, otorgando un barniz ambarino a la arquitectura del palacio Ducal y a los imponentes obeliscos. Los transeúntes gozan del frescor de la tarde, mezclándose en aquella hora mágica grupos galantes y trabajadores del muelle. Frans Vervoloet, en esta excelente pintura, ha sabido congeniar la herencia del vedutismo dieciochesco con las aportaciones del grupo de paisajistas de Posilippo, del que formó parte. En la línea de Canaletto, construye un juego de perspectivas con especial énfasis panorámico, pero no le interesa tanto la minuciosidad cuasi cartográfica de sus precedentes sino trabajar los valores líricos a través de una iluminación pictoricista que flirtea con el Romanticismo.
Este lote puede verse en la Sala de Setdart Barcelona situada en calle Aragón, 346 y podréis pujar hasta el próximo 12 de diciembre.